El imperio que nació de una queja
16 abril, 2013
Hay una enorme distancia entre decir “Puedo hacerlo mejor” a, bueno, poner manos a la obra y hacerlo. Un italiano no se quedó en el dicho y se fue al hecho de inmediato.
El señor Ferruccio era un italiano al que le tocó vivir la Segunda Guerra Mundial en su tierra natal, y como muchos otros, trabajó para ayudar a su país en tal terrible conflicto bélico. Una vez que la paz regresó, siguió el ritmo de su vida, al frente de una fábrica de tractores, para los que aplicó su experiencia como mecánico de la fuerza aérea. El hombre tuvo éxito y, una vez que su cuenta bancaria comenzó a reflejar esta bonanza, pudo adquirir esas cosas que uno desea de lejos pero pocos pueden tener al alcance de la mano.
Por supuesto, una de sus más estimadas adquisiciones fue un Ferrari 250GT, que compró en 1958 y fue uno de tantos ejemplares que ocuparon su cochera. Pero el señor Ferruccio pensaba que el motor de estos autos era muy ruidoso y que, en general, no eran tan cómodos como para conducir en carretera. Hasta que un día el clutch de uno de sus coches se rompió y ya no pudo más. Fue directo a la Ferrari y pidió que no sólo le reemplazaran la parte dañada, sino que hicieran una mejora considerable en el diseño de los motores de sus productos, a lo cual, de la manera más elegante (nos atrevemos sólo a suponer), le respondieron que su comentario no les interesaba en lo más mínimo, pues sólo era un simple fabricante de tractores.
Don Ferruccio lo tomó como un reto.
Juntó a ingenieros y diseñadores que, de alguna manera, habían trabajado ya para Ferrari y Maseratti, y encargó que se construyera un V12 especial para autos de uso común, no que se adaptara el de carreras, como la firma italiana lo venía haciendo. En sólo cuatro meses se tuvo un auto terminado, y para el Turin Moto Show de 1963 se presentó al mundo el primer auto del fabricante de tractores: el Lamborghhini 350GTV.
De esta manera, Ferruccio Lamborghini comenzó su nueva empresa, que en un año perfeccionó el modelo que presentó en 1963, y para mediados de 1964, ya tenía pedidos de todo el mundo.
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